CUIPO, Panama (AP) - La expansión del canal de Panamá es considerada
como imprescindible para su futuro, pero muchos campesinos de esta
zona temen que ello traiga como consecuencia la desaparición de numerosos
poblados aledaños a la vía acuática.
El campesino Casimiro Chirú y otros residentes que ven pasar de
cerca los grandes buques recuerdan con aprensión los relatos de sus
antepasados acerca de la gran inundación que se originó al crearse
el lago artificial de Gatún mediante la represa del río Chagres.
``He escuchado que quieren hacer nuevos lagos e inundar'' ciertas
zonas, dijo Chirú, que transporta pasajeros en lancha a los pequeños
poblados de las márgenes del Gatún.
``La gente no quiere perder sus tierras'', agregó el campesino de
67 años, que tiene doce hijos.
Los líderes rurales han creado, incluso, una llamada Coordinadora
contra los Embalses. La Autoridad del Canal, entidad nacional que
sustituyó a fines de 1999 a la Comisión del Canal de Estados Unidos,
afirma empero que los campesinos no deben intranquilizarse.
Los expertos de esta entidad coinciden en que la vía acuática, construida
hace 86 años, podría verse muy saturada en poco más de una década
y deberá expandirse a fin de servir a buques más grandes.
``Nosotros no tenemos el monopolio del tráfico marítimo mundial'',
advirtió el administrador Alberto Alemán Zubieta. ``Y ya tenemos limitaciones''.
Una futura ampliación requerirá más agua, por lo que los funcionarios
del canal estudian diversos planes para crear mayores recursos hídricos
en la zona occidental de la cuenca hidrográfica.
La cuenca representaba hasta hace poco el área oriental del canal
y constituía una extensión de 339.649 hectáreas, con el río Chagres
como el principal aporte de agua al lago Gatún.
Pero una ley aprobada en agosto de 1999 definió los límites de la
cuenca y se adicionaron 213.112 hectáreas en la zona occidental.
En el occidente viven unos 35.000 habitantes y es en esta área donde
ha surgido una resistencia a los futuros proyectos de expansión.
``Nos van a ahogar el lugar donde vivimos'', se quejó Lorenza Chirú,
de 60 años, que reside en Hubero de Capira, a orillas del Gatún. ''¿A
dónde nos van a echar, qué pasará con nuestras fincas, con el ganado?
La gente está sembrando. ¿Dónde vamos a sembrar?''.
El temor se basa en la posibilidad de que entre los planes se incluya
la creación de nuevos embalses o lagos, a fin de almacenar agua en
la zona.
``Aún no sabemos si se van a hacer lagos o no'', manifestó Zubieta.
``Lo que sí es cierto es que debemos conservar la cuenca y el recurso
agua, uno de los más importantes del mundo''.
La Autoridad del Canal prometió en un folleto sobre la cuenca que
``no se tomará ninguna decisión sin antes tomar en cuenta el impacto
que las diferentes alternativas tengan para los residentes de la región''.
Las autoridades han realizado numerosos encuentros con pobladores
de la cuenca a fin de informarlos acerca de los planes.
El tema de la cuenca ha tomado particular importancia después de
1999, tras la salida de los norteamericanos, quienes no parecieron
darle excesiva prioridad.
Panamá le dedica ahora bastante tiempo al tema y trata de calmar
los temores campesinos. La cuenca es el pulmón ecológico para la vida
del canal, y de aquí sale el grueso del agua potable para las ciudades
de Panamá y Colón.
Pero esta zona formada de bosques, ríos y rica fauna sufre los embates
de la deforestación, provocada básicamente por invasores campesinos
que talan árboles para practicar la agricultura rudimentaria.
Las autoridades canaleras han ordenado un estudio científico, ambiental
y socioeconómico en la zona occidental.
Esta zona está deteriorada en parte por la deforestación en un 50%,
pero posee una enorme riqueza hídrica, dicen los expertos.
De manera muy general se habla de la posibilidad de hacer unos tres
embalses incluyendo zonas como río Indio, Coclé del Norte, Trinidad
y Toabré.
Cuipo, un pueblo de varios cientos de habitantes, pegado al Gatún
y hasta donde llega la carretera asfaltada desde Colón, está debajo
del río Indio. La gente aquí comienza a interesarse poco a poco de
los futuros proyectos para agrandar el canal.
En la actualidad, la cuenca produce el agua suficiente para la operación
del canal, es decir para 39 esclusajes diarios. Cada esclusaje o paso
de un barco consume unos 220 millones de litros de agua.
Esa cantidad es suficiente para el promedio de entre 34 y 36 embarcaciones
que utilizan la vía diariamente.
Pero la interrogante a largo plazo es qué va a pasar si crece el
tráfico marítimo y, sobre todo, la operación de los barcos gigantes
conocidos como ``Panamax''.
Estos barcos son los buques de contenedores más grandes que pueden
atravesar las tres esclusas, Gatún, en el Atlántico; y Pedro Miguel
y Miraflores, en el Pacífico.
Los Panamax, con mangas de entre 30,5 y 32,3 metros, atraviesan
justamente las cámaras de las esclusas de 33,5 metros de ancho. Más
del 30 por ciento de los buques de gran calado que atraviesan el canal
son de ese tipo.
Panamá baraja varias alternativas ambiciosas, entre las que destacan
la construcción de un nuevo juego de esclusas más anchas que las actuales
y un canal a nivel. Esta última causa temor por el impacto ecológico
que podría acarrear.
Un tercer juego de esclusas requeriría más agua, por lo cual permanece
vigente la posibilidad de crear proyectos para almacenar el líquido.
Los funcionarios del canal también tienen planes a corto plazo como
el de profundizar el cauce del lago Gatún, lo cual añadiría capacidad
para 6,2 esclusajes adicionales.
Este proyecto sucederá al plan de inversión por mil millones de
dólares puesto en vigor en los últimos años para modernizar locomotoras
y ensanchar el Corte Culebra, el tramo más estrecho de la vía de 80
kilómetros.
El ensanche estará listo a fines del 2001 y aumentará en un 20 por
ciento la capacidad de tránsito, al permitir el cruce simultáneo de
buques Panamax.
Pero todo este esfuerzo podría quedar a medias si Panamá no decide
una expansión de mayor alcance, que permita el paso de los llamados
post-Panamax.
``Es bueno que el canal y el país crezcan, pero no a costa de la
gente pobre'', dijo Ana Salinas, quien vive en Congal de Ciricito
junto a su esposo Javier Rodríguez y tres hijos. Salinas se transporta
en lancha por las márgenes del Gatún para comprar y recibir servicios
de salud en Cuipo.
La mayoría de los habitantes de la zona occidental son pobres, provienen
de diversas razas y muchos viven en pequeños poblados dispersos.
Hay otros campesinos, como Eustasio Martínez, de 33 años, que con
su familia posee unas 50 hectáreas que destinan a la ganadería y a
la agricultura en un sector cercano a Cuipo, en la provincia caribeña
de Colón.
``No sabemos cómo vamos a vivir con el proyecto de profundizar el
lago Gatún'', expresó Martínez, mientras sembraba maíz con su hermano
Enrique en un campo que talaron con permiso oficial. ``Esto hay que
consultarlo bien''.
La Autoridad del Canal ha dejado claro que no expropiará de tierras
a nadie y que realizará una etapa futura de titulación.
``Para la gente es muy duro pensar que en algún momento puedas perder
tu vivienda y tu tierra'', dijo el campesino Chirú, quien afirma que
sus antepasados le contaban que hubo campesinos que debieron abandonar
sus tierras cuando se creó a comienzo del pasado siglo el Gatún, que
con sus 425 kilómetros cuadrados es el lago artificial más grande
del mundo.
Los buques navegan casi 44 kilómetros a través del lago, desde las
esclusas de Gatún hasta el extremo norte del Corte Culebra.
``El lago es nuestro aliado, nos da de comer y es la ruta que utilizan
los campesinos'', expresó Chirú. ``Ojalá la expansión del canal no
nos aleje de aquí''